COVID vs la Fiesta Patronal de San Agustín de las Cuevas, Tlalpan

Durante muchos años en Tlalpan se celebró la fiesta patronal a San Agustín de las Cuevas, en esta hoy alcaldía. Esta fiesta era una de las más importante manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial porque, si bien está presente y es reconocible mediante elementos materiales, cumple  cabalmente para ser considerada como un factor de y para la convivencia, la solidaridad, la emotividad y por supuesto sin soslayar la religiosidad aunque no se practique. Sobre todo, permite reconocer la identidad y sentido de pertenencia para las diferentes comunidades que integran el gran mosaico tlalpense.

Mas allá de la intimidad del culto, es evidente que las manifestaciones de la fiesta patronal no se encierran en los tradicionales espacios sagrados de la parroquia o de las iglesias aledañas.

La exterioridad de la fiesta no se encuentra solamente en ese espacio sacro porque está en las casas, en las calles, en los espacios públicos que se transforman mediante distintos artificios, ya sean adornos florales, los arcos monumentales, la exuberancia florida en los altares de la parroquia, los listones coloridos colocados a las imágenes religiosas, en la Ofrenda Floral del Barrio del Niño Jesús,  y en muchas casas los pequeños altares en que al menos se coloca y se prende una veladora y es la temporada en que se reviven los recuerdos de las cofradías y mayordomías que existieron en otras épocas.

La fiesta patronal como expresión de cultura inmaterial está muy presente o estuvo antes del confinamiento motivado por el COVID 19. Ya que en la mayoría de los hogares católicos o no, esta fiesta era muy importante y ese día en particular muchas casas abrían de par en par sus puertas para recibir a familiares, amigos y vecinos y hasta visitantes que acompañaban a los de la casa no solo para compartir el pan y la sal ___como se decía antes__ sino para disfrutar de una comida completa servida como un gusto y muestra de la familia anfitriona.

Esta fiesta patronal se ha convertido en un tiempo y espacio de encuentro con las personas cercanas al hogar, de rencuentro con los que han estado distantes incluso, es el momento en el que retornan los ausentes para festejar al San Agustín.

No puede faltar la ocasión para que la fiesta propicie nuevos encuentros y nuevas amistades con los visitantes que por primera vez se acercan a los tlalpenses para compartir la fiesta.

Este es el patrimonio intangible, inmaterial, vivo que nos rodeaba, y que una vez que se palié la epidemia se pueda recuperar. Es un legado que se absorbe de manera comunal inconsciente, que se ha repetido por más de uno o doscientos años.

El romanticismo nos permite pensar que esta costumbre y tradición nos abre la posibilidad de saber quiénes somos ante los otros, y frente a las diferentes comunidades que integran ese gran mosaico étnico de la gran Ciudad de México.