Equidad y género
Diversidad Sexual

“El Mata perros”

“El solomillo de Los Olvidados” Una historia  que contar

Por: Felipe de Jesús Salcedo García y Edith Berenice Rivera Barajas, miembros del Consejo de Cronistas de Tlalpan.
 

La película de “Los Olvidados” de Luis Buñuel fue un filme censurado varias ocasiones por reflejar la pobreza, miseria y la forma de vida de cómo viven los niños en una zona marginada de la Ciudad de México en 1950. Fue premiada internacionalmente y reconocida por la UNESCO, como Patrimonio Cultural de la Humanidad, al pertenecer al Programa Memoria del Mundo.

Escena de la película “Los Olvidados” de Luis Buñuel, de lado derecho el personaje de “El Solomillo”

Luis Buñuel, director de cine de origen andaluz, para la realizacion de esta película, buscó locaciones reales y encontró el Internado Nacional Infantil, también conocido en su tiempo como Escuela Granja de Tlalpan para niños de la calle y enfermos mentales, que se situaba en lo que  hoy es camino a La Fama e Insurgentes, del Barrio de la Fama, donde actualmente están las instalaciones del Instituto Nacional de Neurología.

De dominio público, Casa Granja, donde estuvo internado “El solomillo”, ubicada en Camino a la Fama, actualmente es el Instituto de Neurología.

En este internado los niños y jóvenes realizaban actividades agrícolas como parte de su educación. Daniel Corona Arriaga fue uno de los internos en esta Casa granja.  Él, como varios de sus compañeros, formaron parte de la película cuyo tema sigue tan vigente como en aquella época.

Daniel Corona Arriaga nació en Coyoacán en 1932, llegó a Tlalpan para vivir y crecer en la Escuela Granja.

A los 16 años trabajó como empleado particular en la casa de la familia Oteiza Fernández, ubicada en calle Triunfo de la Libertad núm.11.

A pesar de su origen, la familia Oteiza Fernández lo recibió, esto se constató con el tiempo era una persona honrada y responsable en su trabajo.

Felipe Salcedo G. en la primera foto Daniel Corona Arriaga en la boda de Fany y Rigoberto Rivera

Nunca se casó, su única familia fueron los mismos Oteiza Fernández y sus amigos, que lo conocieron como “El Mata perros”, al que le gustaba el trago y se ufanaba de su participación en “Los Olvidados”

Con el tiempo la tragedia lo hizo su presa, cuando en 1988 se le amputo una pierna afectada por problemas de diabetes, que más tarde complicaría aún más su salud. Ante la negativa de utilizar una prótesis, prefirió apoyarse en muletas que lo auxiliaron para hacer su trabajo el resto de su vida.

Murió el 28 de septiembre de 1995 a la edad de 63 años y sus restos se encuentran en la cripta de la familia que lo acogió, en la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, colonia Del Valle.

Solo estudió hasta tercer año de primaria, sabía leer quizá vivió su propia película cuyo personaje fue él mismo, “El Mata perros”, de que hoy existen testimonios afortunados y desafortunados, para contar una historia sin raíces sanguíneas guiada por un destino incierto para quien se queda sin cobijo de sus padres.

Cuentan que su ilusión era tener una bicicleta, por lo que con sus ahorros de mucho tiempo llegó a comprarla. Al poco tiempo le fue robada.

Para faltar a su trabajo pedía permiso por anticipado, tan anticipado que lo hacía desde un año antes. De tal manera que siendo el 1° de marzo de 1990 decía “voy a faltar el primero de agosto de 1991”, pero no lo cumplía pues el 2 de marzo se ausentaba.

No se tiene conocimiento de quién le dio sus apellidos. Se especula que pudo haber sido algún benefactor de la Escuela Granja.

Fue un personaje conocido por muchos en el Centro de Tlalpan.

Los Oteiza Fernández fue la familia que lo protegió hasta el final de su vida.

Los últimos días de su vida, los vivió en Calzada de Tlalpan #4814, interior 1, donde se ubicaban los consultorios de odontología y veterinaria de los hermanos Oteiza en el Barrio Niño Jesús.

De padre y madre desconocidos fue un personaje que por azares del destino participó en la película “Los Olvidados” de Luis Buñuel. Su vida, como la de muchos huérfanos abandonados a su suerte en las calles de México en los años 50, cobraron el interés de Buñuel para mostrar esa cruda realidad sobre la vida de esos niños a través de dicho filme.

                                                            

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